segunda-feira, 30 de maio de 2011

Comer - Centro

CLUB SUECO
Además de Abba y los Premios Nobel, los suecos cuentan con su restaurante en el microcentro porteño. Martín Varela y Nancy Sittman, dos ascendentes chefs, han tomado la concesión hace poco más de dos años.

Se encuentra en el quinto piso y ocupa tres sobrios salones: un lobby con una barra donde se destacan las distintas marcas de acquavit con sillones suecos originales, una pequeña biblioteca y un amplio comedor con el parquet de madera escandinava y sillas de diseño nórdico. Las mesas están convenientemente separadas entre sí.

Los platos emblemáticos son la degustación de lacha y salmón, los sándwiches nórdicos, los arenques marinados, las köttbullar (albóndigas suecas con puré de papa y rúcula), el far i kal (cordero guisado) y el biff a la Lindström (hamburguesa con alcaparras y remolacha agridulce). Precio aprox: $50 por persona. Es recomendable concurrir al Smörgâsbord ($120), una especie de buffet sueco que se hace los segundos jueves de cada mes. Es imprescindible la reserva.
(Tacuarí 147, 5º piso, Microcentro / T. 4342-0888 / Lunes a viernes al mediodía, y jueves y viernes por la noche)


TOMO I
Historia y el prestigio: Tomo I fue creado por las hermanas Concaro, hace 40 años. En Tomo I la comida es simple, pero siempre logra un plus que conmueve, por la incansable búsqueda de los sabores más puros y la utilización de materia prima de primera calidad. Los platos que parecen y que son simples, y que aún así se destacan sobre el resto de la gastronomía nacional. El truco está en los detalles, invisibles pero vitales en el sabor final.

Ya sin Ada Concaro (alma mater del lugar, recientemente fallecida), Tomo I ahora está a cargo de su hermana Ebe y de su hijo, Federico Fyalaire, que también se desempeña como sommelier. El resultado es tan cuidado como siempre. “El estilo se mantiene. Forzosamente, nuestra forma de cocinar es muy cercana a la de mamá. Por más que quisiera despegarme, no podría hacerlo”, asegura Fyalaire.

La carta de Tomo I cambia según las estaciones del año, pero mantiene siempre dos estilos de platos. Unos más osados y festivos, como el faisán con melón e higos, o los ravioles de ñandú. Y otros más tradicionales, como los ravioles de espinaca.

Situado en un entrepiso del Hotel Panamericano, su salón alfombrado con paredes de capitoné es sobrio y formal. Con esmerada atención y buenos vinos, quien se precie de ser un sibarita debe comer aquí al menos una vez en su vida. Un lujo que vale la pena.

Gigot de cordero - Dejemos de lado los ravioles de espinaca (que merecerían lugar en la lista), y vayamos por el cordero. No importa cómo lo hagan, el cordero es “el” plato de Tomo 1. Por algo, fue el primer restaurante de la ciudad en prepararlo como plato de alta cocina.

Con más de cincuenta platos de cordero distintos a lo largo de los últimos años, hoy Tomo 1 lo ofrece en forma de gigot con vegetales horneados y alcaucil ($80). Suena simple. Es simple. Y es el mejor.

O cardápio traz informações sobre a procedência dos ingredientes, o que revela muito da cozinha da dupla: uma mistura de técnicas clássicas com matéria-prima local e sempre fresca. Toda noite há um menu degustação diferente, com vinhos incluídos. $$$$$

Não importa a estação: há mais de 30 anos o restaurante Tomo 1 é o melhor de Buenos Aires. Instalado no decadente Hotel Panamericano, a poucos passos do Obelisco, o lugar é um porto seguro para uma refeição. Comandado pelas irmãs Ada e Ebe Concaro, é um ótimo endereço para fugir das parrillas experimentando uma comida realmente argentina.

- Nossa cozinha tem forte influência européia, especialmente francesa e italiana. Mas usa ingredientes locais. É uma interpretação da culinária argentina, que mescla técnicas e referências trazidas pelos imigrantes com tradições e matéria-prima locais - conta Federico Fialayre, filho de Ada, que cuida do salão.

O restaurante abre para almoço e jantar. Se puder escolher, prefira a noite. Por 180 pesos (cerca de R$ 80) é servido um menu degustação admirável, com direito a meia garrafa de vinho por pessoa (da Rutini, uma respeitada bodega de Mendoza). Preparadas com ingredientes frescos e alguma criatividade, as receitas variam conforme a disponibilidade de matéria-prima. Mas alguns pratos, como o ravióli de ñandu (uma espécie de avestruz) raramente saem de cartaz.
- Os menus degustação criados pela Ada para cada dia são servidos somente à noite - lembra Frederico.

O lugar, com serviço simpático e atencioso, fica lotado quase todas as noites. Para evitar surpresas desagradáveis, é importante reservar a sua mesa ainda no Brasil. Como nós fizemos.
Depois de subir de elevador até o restaurante, o melhor a fazer é esperar no bar, sentado numa linda e enorme mesa de madeira diante das garrafas de destilados iluminadas. Começar o tour brindando com uma boa taça de espumante é a pedida. A fórmula do menu degustação parece feita sob medida para um casal, que pode pedir um vinho branco para os primeiros pratos, passando para um tinto para acompanhar as receitas mais encorpadas.

Além do frescor dos ingredientes, uma marca da cozinha das irmãs Concaro é a delicadeza, especialmente na primeira etapa da refeição. O gazpacho, por exemplo, me foi servido ao lado de uma torradinha com ratatouille feito com legumes em pequenos pedacinhos. A seguir, lulas empanadas com muita leveza foram servidas acompanhadas de cinco molhos de várias cores e sabores em pequenos copinhos - numa composição que lembrava até a paleta de um pintor. O salmão confit morno alcançou uma consistência rara, cremosa, protagonizando uma salada com folhas verdes, tomate em cubinhos e alcaparra.

Entre uma entradinha e outra, esvaziamos a garrafa de vinho branco. Já com um tinto nas taças, passamos pelo famoso ravióli de ñandu com manga antes de nos entregarmos aos prazeres da carne: o filé mal passado, espesso e suculento, vinha ladeado por legumes grelhados (abobrinha, cebola, tomate e berinjela) e um espetacular purê de pimentões vermelhos.

Ao fim de uma dezena de pratos, ainda havia a sequência de sobremesas, que começou ao sabor dos pomelos ao riesling com especiarias e sorbet de pêras. Outro destaque doce foi a fina massa folheada com creme e calda de frutas vermelhas. Isso tudo pelo equivalente a R$ 80 (com meia garrafa de vinho!).

Ningún otro restaurante logra lo que Tomo 1: elaborar platos que parecen y que son simples, y que aún así se destacan sobre el resto de la gastronomía nacional. El truco está en los detalles, invisibles pero vitales en el sabor final. Dejemos de lado los ravioles de espinaca (que merecerían lugar en la lista), y vayamos por el cordero. No importa cómo lo hagan, el cordero es “el” plato de Tomo 1. Por algo, fue el primer restaurante de la ciudad en prepararlo como plato de alta cocina. Con más de cincuenta platos de cordero distintos a lo largo de los últimos años, hoy Tomo 1 lo ofrece en forma de gigot con vegetales horneados y alcaucil ($80). Suena simple. Es simple. Y es el mejor.

(Carlos Pellegrini 521, Centro / T. 4326-6695)


SIPAN
La refinada cocina peruana tiene un origen popular y el sabor único de las mejores fusiones. Hoy se expande en el mundo y es boom en Buenos Aires, donde restaurantes como el de José Castro Mendivil está entre los mejores. Ubicado dentro de una galería comercial, este restaurante tiene de rico todo lo que no tiene de atractivo estéticamente.

Practican la comida Nikkei y en cuanto a ceviches, tiene dos variedades: clásico y mixto. Pedí el clásico y no repares en el picor, que, aún siendo alto, le da relieve. Aquí trabajan con lenguado de primera y lo sirven en un plato de vidrio muy vistoso. La porción es individual y cuesta 85 pesos. Caro, pero uno de los mejores.

"Tacu con picante de mariscos" / $76
El tacu tacu es un plato emblemático. Su origen se remonta a los años de la conquista, cuando las esclavas africanas creaban platos suculentos con las sobras de sus patrones. Por lo general, es un salteado de arroz y frijoles negros, con un encebollado con ajo, que suele servirse como guarnición. Pero en Sipán lo preparan con gran refinamiento. Hay siete versiones, una mejor que la otra.
El de picante con mariscos tiene todo el sabor, diversidad y frescura del Océano Pacífico. No hay que olvidar el precio de los frutos del mar, y lo difícil que resulta conseguir variedad de captura sin congelar. Los insumos de la sazón peruana también requieren una búsqueda minuciosa, y la constancia de quien provea estos productos, entre los que se encuentran algunos importados, factores que suben el precio del plato, otrora de esclavos, hoy manjar de ejecutivos.

Paraguay 624, Retiro / Centro T. 4315-0763


DADA
O sorvete de doce de leite artesanal.
San Martin, 941, Microcentro, Buenos Aires. Tel. 54 11 4314-4787


INAKI
Movimentado no almoço, quando acolhe diversos executivos do centro, ocupa um salão amplo, claro e pouco decorado. Dentre as criações bascas, o arroz especial chega à mesa cremoso, bem temperado com açafrão e repleto de cogumelos fatiados, camarões e uma saborosa centolla desfiada. Custa AR$ 83 e serve duas pessoas. Como entrada, a especialidade são os chipirones, uma variedade de lula cozida em sua própria tinta (AR$ 33). A carta de vinhos elenca 300 rótulos, com boa oferta de argentinos abaixo de AR$ 60. $$

A diferencia de Galicia, la condimentación tiene mayor espacio en la cocina vasca, como consecuencia de su cercanía con Francia. Sus cocineros son respetados por haber descubierto un punto intermedio entre modernidad y apego a las costumbres, resultando en lo que es, para muchos, la mejor gastronomía de España. No es casualidad que el año pasado se haya seleccionado a tres restaurantes del País Vasco (Mugaritz, Arzak y Martín Berasategui) entre los 50 mejores del mundo, según el célebre ranking San Pellegrino. Pero yendo a las raíces la cocina Euskadi, entre los platos característicos cabe mencionar el pescado al pil pil, los txipirones en su tinta, kokotxas de abadejo (que se extraen de los cachetes de pescado y se cocinan en salsa verde) y las alubias de Guernica. Otro plato típico, selecto por su escasez, son las angulas de Aguinaga: crías de anguila condimentadas con aceite de oliva, ajo fileteado y guindilla. Postres: natilla quemada y pastel vasco, una crema pastelera rellena de almendras y nueces.

Un rincón de Esukadi en Buenos Aires. En el amplio salón, sirven platos típicos de su tierra, a base de pescados bien sazonados. ¿Qué pedir? Las gambas al ajillo ($72), el bacalao al pil pil con ensalada de espinacas a la crema ($100), o el arroz especial para cuatro personas, que viene con centolla, gambas y champiñones, gratinado con crema de leche ($128), todo para compartir. De postre, pastel vasco, con crema pastelera, almendras y nueces.

Iñaki Uriona es un referente de la nueva cocina vasca en Buenos Aires. Fiel a la tradición, todos sus platos son a base de pescado y mariscos, como txipirones en su tinta, gambas al ajillo (en milanesa o a la plancha), ostras frescas, boquerones y ventrescas con rúcula y tomate ($30). El plato más pedido (a $128, para cuatro personas) es arroz especial, que incluye centolla, gamba y champiñones, gratinado con crema de leche.

(Calle Moreno, 1341, 4382-8486; 2ª/sáb 12h/15h e 20h/0h; Cc: A, M, V)


STATUS
Ir a este restaurante de Congreso es como juntarte con los amigos con los que te fuiste de mochilero a Perú cuando tenían 20 años. Bullicioso, los precios son tan gasoleros como aquellos viajes de juventud. En cuanto al ceviche, conviene pedir el mixto ($35), a base de tollo, calamares y mejillones, levemente picante. Acompañalo con unas “chelas” bien frescas y abundantes canchitas.
(Virrey Cevallos 178, Centro / T. 4382-8531)

PLAZA GRILL
Los domingos, el puchero campero llega al tradicional salón del Plaza Grill, en el subsuelo del Marriot Plaza. Allí, no es un plato de pobres (cuesta $125) y resulta un festín. Carnes de todo tipo, embutidos, legumbres, verduras, caldo, grasa, salsas varias. Todo bajo los maravillosos ventiladores de techo. Lo único malo de este puchero (aparte del precio) es que desmerece al que hacían en tu casa de chico.
(Florida 1005, Centro / T. 4318-3074)

Centro Asturiano de Buenos Aires
Similar a la cocina gallega, por el parentesco de la población y por su proximidad geográfica, la cocina asturiana se distingue por sus insumos de pesca y ganado. La principal distinción es en cuanto a mariscos, ya que no se consume tanto pulpo como en Galicia. El plato nacional es la fabada, cuya fama trascendió a la región. La fabada es una comida invernal, con alto contenido en grasa y calorías, elaborada con alubias blancas, codillo de ternera, cerdo y embutidos. Su acompañamiento natural es la sidra escanciada: sidra sin gas tirada por especialistas, para darle un punto clave de efervescencia. El emparejamiento es tal que en Asturias resulta común escuchar la frase “fabes y sidra.”

Desde hace quince años se hacen aquí algunas las fabadas más ricas de Buenos Aires ($50), hechas del modo tradicional, con porotos, panceta, codillo de ternera, chorizo y panceta asturiana. Otros platos típicos son la cazuela de mariscos ($140, para tres personas) y el arroz especial ($190, para tres personas), con centolla, pulpo, langostinos y girgolas, y la paella con pollo ($120, para tres personas).

Solís 475, Centro / T. 4381-1342

Palacio Español
Diversa como las culturas que se asentaron al sur de España, un denominador común para toda la alimentación de Andalucía es el aceite de oliva: se elabora en la Sierra de Segura y en localidades cordobesas, y es la base de la llamada dieta mediterránea (que tiene su origen en esta región). Otro ingrediente famoso es el jamón de Jabugo (municipio de la provincia de Huelva), también llamado jamón pata negra, ya que se extrae de una raza porcina notoria por sus patas oscuras, y que se alimenta de bellotas.

Pero el plato andaluz por excelencia es el gazpacho, una sopa fría con tomate, pimientos, pepino, pan y ajo. También las tapas suelen asociarse con Andalucía; si bien son características de toda España, los andaluces les rinden un culto particular. Entre los ingredientes típicos están los pescaditos fritos de Cádiz y Málaga, y tortillas como las de patatas y Sacromonte, que se cocina en Granada. Finalmente, la tradición de la inmigración árabe se hace sentir en su repostería (los bizcochos borrachos, las torrijas de Semana Santa).

Desde que cerró Al Andalus dos años atrás, no existe un lugar dedicado con exclusividad a la cocina andaluza, pero muchos de sus platos pueden encontrarse como parte del menú de los restaurantes situados en Av. De Mayo al 1100 y aledaños. Un lugar destacado es el Palacio Español, donde se sirven platos típicos de Andalucía como tortilla de jamón serrano, escalopines al jerez y abadejo a la andaluza.

Bernardo de Irigoyen 180, Centro / T. 4334-4876

TANCAT
Fiel al estilo típico de las tascas españolas, con salón pequeño, barra de madera y butacones, Tancat se destaca en esta lista por la variedad de pescados que ofrece en su carta: hay desde besugo, mero, abadejo, lenguado, y trucha, hasta salmón, bacalao y pez espada. Muy recomendable la tríada chipirones ($34), gambas al ajillo ($45) y tortilla española ($38), al igual que el salmón rosado ($65). Los días de semana al mediodía es un hervidero de oficinistas y turistas, los sábados es más tranquilo. Las mesas están demasiado juntas, pero se compensa con la buena cocina. Si no querés esperar, andá con reserva.
(Paraguay 645, Centro / T. 4312-5442)

EL CLAUSTRO
Este convento que data del siglo XVIII es un oasis en el microcentro porteño. El patio conventual es un pequeño vergel. Las mesas están entre una frondosa palmera, un ceibo, una rosa china, un enorme palo borracho y un jacarandá. El conjunto brinda una sombra reparadora en cuyo centro se encuentra una fuente. El plato por excelencia es el roulé de salmón rosado, compota de puerros al gruyere, puré rustico y espinacas frescas ($65). Por $73, hay un menú ejecutivo.
(San Martín 705, Microcentro / T. 4315- 0738)

CLUB DEL PROGRESO
En 1852, a instancias de Diego de Alvear se fundó el Club del Progreso, la institución de su tipo más antigua de Buenos Aires. Cuenta con un antiguo patio en damero cubierto con vista a un jardín con enredaderas, un viejo gomero, un morero y nísperos. Una ventana para escapar de la asfixia estival del centro porteño. El cochinillo hecho en horno de barro ($500, para seis personas), con batatas al plomo es la especialidad de la casa.
(Sarmiento 1334, Centro / T. 4372-3380)

CASA ARISTOBULO
Una meca de la comida casera, rica y natural para porteños y vecinos de la zona. De su pasado de almacén, aún conserva las persianas de enrollar, la heladera mostrador de madera, los pisos de mosaicos calcáreos y una salamandra que aporta calor de hogar al salón. Sobre los manteles de hule se sirven pizzas, salteados al wok, pescados traídos a diario del barrio chino y algunos clásicos, como los panzottis caseros de hongos. Podés elegir el vino a la carta o pedirle a Andrés Libedinsky, dueño y chef, que te sirva el pingüino con vino salteño. El dato: hay seguridad en la puerta. Costo por persona: 83 pesos.
(Aristóbulo del Valle 1889, Florida / T. 4718-2884)


BARATOS:
Recorrimos el perímetro delimitado por Leandro N. Alem, 9 de julio, Plaza San Martín y Diagonal Norte y buscamos restaurantes con onda para almorzar por menos de 35 pesos. Estos son los que más nos gustaron.

1. Delhi Darbar
Uno de los mejores lugares para probar comida étnica en la zona y uno de los restaurantes indios más interesantes de la ciudad. Abrió hace un año y medio y, de a poco, fue ganando una clientela fiel. El ambiente es sencillo, alegre y bilingüe: cocineros indios, mozas caribeñas. Lo mejor es arrancar con una porción de pakoras (verduras fritas en harina de garbanzos) y seguir con algunos de los currys (notable el de cordero). También hay opciones vegetarianas (con lentejas, por ejemplo) y light por 30 pesos.
(Viamonte 359 / T. 4894-0778)

2. Tres tres tres
De afuera no dice nada. Con su cartel comercial de Coca en la fachada, parece un lugar más del Microcentro. Pero una vez adentro, la cosa cambia: música reggae y un ambiente distendido que parece eternizado en un “casual Friday”. Sus dueños, jóvenes marplatenses de rastas, generan el clima del restaurante, que complementan con precios muy amigables: por menos de $35 se puede comer a la carta o elegir cualquiera de sus cuatro menús diarios. Entre sus caballitos de batalla están el strudel de calabaza, pollo y choclo (con bebida, postre o café, $24), la ensalada caesar o los fuciles caseros del chef.
(Esmeralda 333 / T. 4139-9033)

3. El patio
Sin importar creencias religiosas, cientos de laburantes microcéntricos se dan cita todos los mediodías en el Convento de San Ramón Nonato, uno de los más antiguos de la ciudad. ¿La razón? El plato del día (siempre a $20) que ofrece El Patio, un gran comedor de techos altos y paredes blancas, ubicado en la planta baja del edificio. Tanto en verano como en invierno (hay grandes tubos calentadores) lo mejor es ubicarse en una de las mesas de la galería que tiene vista a un exuberante jardín de palmeras. La cocina es clásica porteña (colita al horno, lentejas, pollo a la portuguesa) y el servicio, cuando no está desbordado, eficiente.
(Reconquista 269 / T. 4343-0290)

4. Club Danés
Un almuerzo en un piso 12 con vista al puerto y al río es un lujo que en el Club Danés te podés dar por unos pocos pesos, mientras probás unos ricos Smørrebrød, los sándwiches abiertos, típicos de Dinamarca. Hay un plato danés del día y una opción económica (a $36, puede ser un quiche, unos spaetzle o un risotto con langostinos, coco y cúrcuma). Sin embargo, te sugerimos, los sándwiches ($20). Y entre ellos, el de lacha marinada (buen reemplazo local para el arenque escandinavo) con aros de cebolla o el de paté de hígado de cerdo. Tienen promociones temporales: en grupos grandes (10 o más), uno no paga.
(Leandro N. Alem 1074 12º / T. 4312-9266)

5. Mineral
Cada uno de sus platos merecería un signo de exclamación al lado. Las ensaladas, los sándwiches, los crepes, todo es rico y fresco en este local inaugurado hace tres años por el chef francés, Herné Cauchy. El secreto es el sistema de cocción de baja temperatura que utilizan, que conserva los nutrientes de las carnes (una ternera puede demorar ocho horas en cocinarse) y verduras. Recomendamos la ensalada Mineral ($25) que viene con gravlax, papas andinas, cherrys y verdes o el sándwich nórdico ($22, salmón, palta, salsa de limón). El salón es pequeño y luminoso, con una mesa comunitaria que invita a compartir el almuerzo. También hay mesas al aire libre sobre la peatonal Reconquista.
(Reconquista 757 / T. 4313-0099)

6. Café Paulín
Un clásico del microcentro con mucha testosterona: la mayoría de los clientes son hombres y entre la una y las tres lo invaden en horda para acordarse en la barra a esperar su sándwich. Son famosos los de peceto completo o matambre, pero te recomendamos el de pan negro + lever + tomate + pepinos agridulces+ mostaza a $16,50. Las empanadas de calamar también tienen multitud de fans. Los mozos son los más expeditivos de la ciudad y lanzan los platos de punta a punta de la barra de madera oscura y noble que domina el salón: un espectáculo en sí mismo y una garantía de rapidez para cuando tenés poco tiempo. Nunca falla.
(Sarmiento 635 / T. 4325-2280)

7. Le Bar
Pura coquetería. Cortinas rosas, paredes plateadas, sillas tapizadas. Si bien tiene una estética nocturna (y grandes happy hours con DJs), también es una alternativa interesante para almorzar platos de orientación mediterránea mientras suena una música chill-out. Todos los días ofrece tres menús del día, que salen rápido y al pie, pero si estás más tranquilo podes indagar en la carta, autoría del renombrado chef, Fernando Mayoral (de Thymus). Buen quiche de ratatouille con queso de cabra o ensalada de vegetales asados, hojas verdes y pan crocante ($26). El salón, con mayoría de mesas para dos o cuatro personas, se presta para grupos chicos.
(Tucumán 422 / T. 5219-0858)

8. Comer en Compañía
Los que buscan almuerzos sanos y frugales (pero no insulsos) en el microcentro, pueden darse una vuelta por Comer en Compañía. El local es sencillo —podría pasar por una panadería— y tiene pocas mesas, pero es impecable en limpieza y atención. Entre los hits del lugar están la Mousaka (queso, carne y berenjenas a la griega, $22) y las empanadas y tartas con masa integral. La carta es amplia y muchos de los platos (incluidos los postres, manzanas al vapor con yogur y canela, por ejemplo) son aptos para celíacos.
(San Martín 951 / T. 4312-3433)

Fonte: Joy e outro

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